Como he indicado en otras entradas, no hay que olvidar que el centro de todo programa debe ser la Palabra de Dios. Es la Biblia la que es «viva y eficaz y más cortante que espada de dos filos» (He.4:12). La fe crece por escuchar la Palabra de Dios (Ro.10:17). Nuestras palabras pueden ser muy bonitas, pero son las palabras de Dios las que tienen poder. Por eso, es importante centrar el mensaje en lo Dios dice.

Además de la lección o historia bíblica que es obviamente el punto central del programa, hay otra manera de transmitir la Palabra de Dios a los niños que nos escuchan: el versículo. Tiene un lugar estratégico dentro del programa. Estás repitiendo el objetivo usando la Palabra de Dios. Y como suele ser breve y con un mensaje conciso da juego a numerosas variaciones tanto para su explicación como para su memorización.

Escoge un buen versículo.

El primer paso es escoger un versículo que resuma bien el mensaje central del programa. Es decir, por ejemplo, si quieres enseñar sobre el perdón de Dios, no escojas un versículo que hable de la creación. Por muy bonito que sea o por mucho que te guste. Como he comentado en otras entradas, hay que intentar alcanzar un solo objetivo porque en caso contrario, no se llegará a ninguna parte.

He visto algún material para niños que escoge los versículos «con calzador». La Biblia tiene más de 31.100 versículos. Así que no hay que forzar ninguno para que diga lo que quieres decir. Busca uno que lo hable claramente. Seguro que lo encuentras.

Sin embargo, precisamente como hay tantos, y sobre todo, si siempre salís a la misma zona de la ciudad o si es la misma clase de niños, varía los versículos y no uses siempre el mismo cuando insistes en el mismo tema. Por ejemplo, el versículo 36 del tercer capítulo de Juan es poderoso, pero el 13 del capítulo 15 también es increíble para hablar del amor de Dios.

Por eso, no te pongas delante de la Biblia solo cuando tienes que preparar una lección o una actividad. Estudiala, lee un poco cada día y conócela.

Adapta el versículo al lenguaje de los niños.

La Biblia es Palabra de Dios no importa si es la versión Reina Valera, King James o Nueva Versión Internacional. He tenido más de una experiencia con mis hijos cuando eran pequeños de cómo Dios les ha hablado a través de una Biblia con las historias bíblicas parafraseadas. La Palabra de Dios tiene poder aunque no sea recitada en «formato tradicional».

Por tanto, asegúrate que los niños entienden el versículo. Explícales su significado y adapta las palabras para que ellos lo pueden comprender mejor. De esta manera, les será más fácil memorizarlo, porque le encontrarán sentido.

Y no puedo finalizar esta sección sin mencionar que la adaptación incluye no solo el cambio de palabras sino también la modificación de la longitud. ¿Queremos que los niños se lleven la Palabra de Dios a casa? Pues házselo fácil: acorta los versículos. Una idea es ir enseñando secciones del mismo versículo hasta que lo aprendan todo al final de la serie.

¡Qué bendición es observar cómo los niños han memorizado un versículo que comprenden!

Enseña el versículo con una actividad estimulante.

Queremos que los niños guarden en su corazón los dichos de Dios, ¿verdad? Pues facilitaselo a través de una actividad estimulante. Usa juegos en los que la prenda cuando alguien pierda sea repetir el versículo (y además, así no se les penaliza sacándoles del juego), o utiliza el conocido método de ir borrando las palabras hasta que son capaces de repetirlo de corrido sin necesidad de leerlo. Haz preguntas sobre el significado del versículo mientras están haciendo la manualidad.

O una manera más entretenida aún es enseñar el versículo a un muñeco o a un payaso. Éste intenta recitar el versículo y confunde alguna palabra. Entonces, los niños se lo vuelven a repetir para que lo recuerde. Así, los niños se lo aprenden también al mismo tiempo; primero, cuando lo repiten y luego, cuando están pendientes si el personaje (muñeco o payaso) lo dirá bien esa vez.

Aprovecha toda oportunidad para que los niños comprendan, aprendan y memoricen la Palabra de Dios.

Si esta idea te ha inspirado, siéntete libre para comentar qué actividad has decidido utilizar para que los niños memoricen el versículo.

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Imagen cortesía de Alberto Carnicero Martin en Flickr.

 

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