La enseñanza de la Biblia es el centro de la Escuela Dominical. Los niños vienen domingo tras domingo a escuchar la Palabra de Dios, no a entretenerse o a pasar un tiempo sin relevancia. Es la responsabilidad del maestro que eso sea cierto.

¿Qué estás enseñando a los niños que vienen a tu clase? Actualmente hay muchos recursos en la red al alcance del maestro para preparar la clase, pero ¿todos merecen la pena? He observado que la gran mayoría se basan en testimonios o historias o cuentos y no desarrollan nada más. Sí, suelen basarse en un versículo, pero eso es todo.

Sin embargo, es la Palabra de Dios quien es viva y eficaz (He.4:12), quien trae libertad (Jn.8:31-32), quien nunca vuelve vacía (Is.55:11), quien produce fruto (Lc.8:4-15), quien aumenta la fe (Ro.10:17). Es la Biblia lo que hace la diferencia, lo que los niños necesitan escuchar. Los testimonios e historias tienen su lugar y pueden servir para ilustrar una idea o para una introducción, para inspirar en un momento puntual; pero sin olvidar que es la Palabra la que debe ser predicada.

El objetivo de ser de la Escuela Dominical es que los niños conozcan a Dios y eso se consigue a través de su Palabra, de lo que Él dice de sí mismo principalmente. Por tanto, el contenido más importante de ese tiempo que se pasa con ellos debe ser la Biblia. Los niños deben conocer la Biblia, aprender las verdades que Dios da a conocer a través de las historias de hombres y mujeres, y dejar que la Palabra les llene y les transforme.

Solo se tiene una hora a la semana, si llega, para compartir con ellos las verdades del Reino. ¿La estás aprovechando? No se puede perder el tiempo.

 

Imagen cortesía de Apollonio Tottoli en Flickr (CC)

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