El verdadero sentido de la Navidad es algo muy distinto a la fiesta que muchos celebran. Navidad es una actitud, es generosidad, es amar, es darse a los demás del mismo modo que Dios se dio por nosotros.

 

Ante la pregunta «¿Qué es la Navidad para ti?» te encuentras con respuestas muy curiosas:

  • Así, para unos es un tiempo para estar en familia.
  • Para otros es un tiempo de vacaciones.
  • Para muchos un tiempo de estrés o depresión.
  • Incluso, para alguno, era “el cumpleaños de Santa Claus”.
  • Y para casi todos, un tiempo de intercambiar regalos.

 

Lo cierto es que, para una gran mayoría de la sociedad, la Navidad ha perdido ese sentido de espiritualidad que le dio origen para convertirse en una simple fiesta de luces, comidas y regalos.

Y es curioso que, una fecha en la que la Cristiandad celebra el nacimiento del Salvador, sea una de las peores fechas del año a nivel emocional.

Si me lo permites, te invito a profundizar un poco más en el verdadero sentido de la Navidad.

 

Un tiempo para estar en familia

Parece que es una respuesta válida para este tiempo de Navidad. Y lo cierto es que lo es.

Hay algo más de tiempo por los días de fiesta y no viene mal verse de vez en cuando.

Sin embargo, es triste que esto conlleve, a veces, peleas entre familiares, tensiones entre miembros que no se llevan bien o disputas por viejas rencillas que se avivan al reencontrarse.

Y eso no es coherente con el sentido de la Navidad.

En vez de aprovechar el poco tiempo disponible lo tiran por la cloaca del odio, la envidia o el rencor.

Ahora bien, estoy seguro que todos conocéis a alguien que ya no estará presente en Navidad.

Piensa en la última conversación que tuviste con esa persona. ¿Si hubieras sabido que iba a ser el último encuentro habrías cambiado el tono o el enfoque?

Si tu respuestas es «No» enhorabuena. Sin embargo, si tu respuesta es «SÍ» tengo otra pregunta aún:

¿Por qué no lo hiciste?

Como cristianos estamos llamados a sembrar el bien, y es cierto que esto puede incluir corregir y reprender comportamientos. Pero no hay nada que diga que debe hacerse de forma agresiva o violenta.

Antes bien, la Biblia nos insta a corregir desde el amor. Con firmeza, pero con amor y respeto.

También estamos llamados a ser «pacificadores». Del mismo modo,  recuerda que nuestra boca debe ser una boca de bendición y no de maldición.

Así que, cuando vayas a pasar un tiempo o tengas una conversación con alguien, piensa si te gustaría que tu actitud y tus palabras de ese momento sean las últimas que tengas con esa persona.

Porque nunca sabrás si lo pueden ser.

 

Un tiempo de vacaciones

Todos necesitamos descansar o desconectar de vez en cuando. Incluso Jesús dijo que el día de reposo estaba hecho por causa del hombre.

Ahora bien, ese tiempo de desconexión nunca debe ser una excusa para olvidarte de Dios o desentenderte de las necesidades de otros.

¿Quiero decir con esto que tengo que estar siempre al pie del cañón o que debo estar metido todo el día en la Iglesia?

No.

No estoy diciendo que debes estar al pie del cañón siempre, pero sí que te ocupes de que ese «cañón» no quede abandonado.

Por ejemplo, si quieres ir a cenar con tu pareja preocúpate, al menos, de buscar un «canguro» que cuide a los niños.

Del mismo modo, cuidar tu relación con Dios no quiere decir estar todo el día metido en la iglesia.

Por supuesto que es necesaria la comunión entre hermanos y es un deber el servicio en la congregación.

Sin embargo, Jesús mismo enfatizó también la importancia de tu relación privada y personal con Dios.

Aislarte puede acabar con tu relación con Dios, pero pasarte todo el día en la iglesia puede terminar en activismo.

Y esto también destruirá tu relación con Dios.

Aprovecha tu tiempo libre para recuperarte de las tensiones, pero también para crecer como persona, amigo, progenitor y cristiano.

Recuerda que el tiempo que pasa jamás volverás a tenerlo.

 

Un tiempo de estrés o depresión

Cuando llega la Navidad muchas personas suelen caer en uno de estos dos extremos.

O se agobian, como Marta, procurando que todo esté perfecto y de acuerdo con lo que se espera.

O se hunden recordando las personas que ya no están y el tiempo que no volverá.

En vez de celebrar que Dios envió a su Hijo a esta tierra para darnos vida eterna, paz y consuelo, nos limitamos a mirar a nuestro alrededor y nos dejamos llevar por nuestra pequeñez.

¡Relájate!

Aprende a disfrutar de las pequeñas cosas y olvídate de enredarte en grandes y complicados festejos.

Jesús nació en un establo. No necesitó de grandes fastos y, sin embargo, su llegada humilde cambió la historia de la humanidad.

Y si te sientes triste u olvidado, recuerda que Dios envió a su Hijo porque te ama, y nunca te abandonará.

Él será tu gozo y tu consuelo.

 

Un tiempo de intercambiar regalos

Consumo, consumo, consumo.

Un ejemplo.

El año pasado se fabricaron en el mundo más de 80.000 millones de prendas de vestir.

Eso supone más de 11 prendas nuevas para cada habitante. Ahora plantéate que hay miles de millones de personas que hace mucho que no se compran ropa nueva.

Y que esa ropa está hecha por personas que cobran menos de 45 $ al mes y que muchos viven en las fábricas en las que trabajan.

Pero a las empresas aún les parece caro y se están planteando trasladar las fábricas desde India, Laos o Bangladesh a Kenia que aún es más barato.

Y todo porque queremos consumir mucha ropa pero no estamos dispuestos a pagar más de 9,90€ o 19,90€.

Otro ejemplo.

En España, la vida media de un smartphone es de menos de 18 meses.

El transbordador espacial, en sus inicios, tenía cinco procesadores para controlar toda la nave.

Hoy muchos teléfonos móviles tienen 8 procesadores. Y no nos parecen bastante rápido.

Pero para hacerlos hace falta un mineral llamado coltán. Para obtenerlo, muchos niños en África se pasan su infancia trabajando en minas y fábricas de procesamiento.

Y muchos no llegan a la edad adulta.

¿Quiere esto decir que no hay que hacer regalos en Navidad?

Por supuesto que no, pero cuando quieras hacer regalos me permito sugerirte una pequeña lista de comprobación:

  • ¿Es algo que va a ayudar a la persona que lo recibe a crecer en algún sentido (espiritual, emocional, profesional, etc.)?
  • ¿Realmente lo necesita? Si ya tiene otro elemento parecido espera a que haya que reponerlo.
  • ¿La persona que lo ha fabricado lo ha hecho en condiciones dignas (laborales, de seguridad, etc.)?

Aunque recuerda que, por encima de las cosas, el mejor regalo que puedes hacer a alguien es tu tiempo y tu amistad.

Raramente una colonia de lujo ha cambiado una vida en la forma en la que un abrazo o una palabra de consuelo lo pueden hacer.

Y cuando recuerdes los buenos momentos nunca vendrá a tu memoria un smartphone, pero siempre recordarás las enseñanzas y el amor de tus amigos.

 

“El cumpleaños de Santa Claus”

Por último, para muchos, Navidad es el «cumpleaños» de Santa Claus o de San Nicolás o del Olentzero.

Sin embargo, olvidan el verdadero motivo de la Navidad, que es recordar la llegada de nuestro Salvador.

Olvidan el verdadero sentido de la Navidad, que no es otro que agradecer el amor que Dios manifestó a la Humanidad al enviar a su Hijo para que asumiera el castigo que debía recaer sobre cada uno de nosotros.

Olvidan que el verdadero centro de estas fiestas, al igual que lo debe ser de nuestras vidas, es Cristo y su Evangelio.

Y esto es algo que nosotros no debemos olvidar nunca.

Por supuesto que podemos celebrar Navidad descansando, estando en familia o intercambiando regalos.

Pero el centro de todo, el motor de la Navidad, debe ser el mensaje de Cristo viviendo en nuestras vidas.

 

Conclusión

Y es que cuando te acercas a la Navidad contemplando a aquel cuyo nacimiento fue el motivo de esta celebración, si dejas que su mensaje toque tu vida y aceptas el regalo que Él nos hizo de paz y salvación, entonces tu enfoque es radicalmente distinto.

A partir de ese momento Navidad ya no es una fecha arbitraria. Navidad se convierte en una actitud que vives con alegría cada día del año.

Una actitud de generosidad y de amar. No es cuestión de comprar regalos, sino de darse a los demás del mismo modo que Dios se dio por nosotros.

Porque cuando tienes a Dios en tu corazón ya tienes el mayor regalo que una persona puede recibir: el regalo del perdón y de una vida plena y de relación con Dios.

Y cuando tienes eso cada día de tu vida es una verdadera Navidad.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  Juan 3:16″

¡Feliz Navidad!

 

Imagen por Open Arms en Flickr

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