Es triste comprobar como algunos de los ministerios y entidades más «afamados» se dedican más a vender su imagen personal que a presentar a Cristo.

 

Como sabéis, me dedico al marketing digital de forma profesional, y una de mis especialidades es lo que se conoce como «marca personal».

Esto consiste en presentar la imagen personal de un profesional como si fuera la imagen de una empresa.

El objetivo es conseguir que el público lo perciba como profesional, confiable, creativo, etc.

Esto, en sí mismo, no es malo si es coherente con la realidad de la persona en cuestión.

Y en el mundo cristiano es algo que también se da y, de hecho, es algo necesario. En su justa medida.

Una buena página web suele tener incluida una sección sobre «quienes somos», de tal modo que nos ayuda a anticipar lo que podemos esperar encontrar en ese sitio.

Por ejemplo, si una iglesia se define como «enfocada en la juventud» no es esperable encontrar contenidos enfocados en los problemas de la vejez.

O una iglesia enfocada en la enseñanza encontrar vídeos musicales para «pasar el rato».

El problema aparece cuando se pasa la fina línea existente entre la presentación y la promoción.

Porque una cosa es decir quien soy yo y lo que puedes esperar de mi y otra es hacer alarde y presentarte como el referente a seguir.

Esto es fácil de detectar si, cuando vistas la web o el perfil principal en redes sociales, resalta más la figura del «ministro» o de la «iglesia» que el mensaje de Dios.

Por ejemplo, todo lleno de  imágenes o vídeos con las etiquetas «YO, predicando en Madagascar», o «YO, evangelizando en Berlín», o «La multitud que acudió al servicio que organizó la Iglesia».

Lo único que ves es la imagen del líder o de la entidad por todas partes.

¿Quiero decir con esto que no se deben subir imágenes o artículos sobre eventos o logros a modo de testimonio?

Por supuesto que no, pero tu web no debe existir con el único objetivo de «vender» tu ministerio o la imagen de tu iglesia.

Tu web debe existir para compartir el mensaje del Evangelio y, especialmente, mostrar cómo y por qué el evangelio es esencial en la vida de las personas.

Si quieres describir a tu iglesia o ministerio no te limites a subir una lista interminable de actividades o logros.

Explica también por qué crees que el Evangelio es importante.

Muestra en qué forma el Evangelio puede cambiar las vidas y cómo encontramos en el Evangelio el camino de salvación.

Piensa que cuando alguien sin Cristo visita tu web no suele hacerlo buscando la mejor iglesia o al mejor ministro.

Cuando alguien sin Cristo visita tu web suele estar buscando una respuesta a una necesidad.

Por ello, comprueba que tus contenidos, aunque también pueden hablar de ti, dirigen la atención de tu visitante hacia Cristo y sus palabras.

Porque todo lo demás no deja de ser autobombo y autopromoción.

Y no es buena cosa predicar «por contienda».

 

Imagen por Frits Ahlefeldt en Flickr (CC)

 

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