¿Por qué evangelizar a los niños? Existen muchas razones pero me gustaría enfatizar dos. La primera y más relevante: los niños necesitan de Dios. Y la segunda: su proyección e influencia es enorme.

Los niños necesitan de Dios

A veces, hay la idea de que un niño no siente, no sufre, no piensa. Simplemente, no es nadie hasta que no alcanza una edad adulta. En la iglesia, nos limitamos a proporcionales entretenimiento y algo de clase bíblica para que no estén en la reunión del culto y distraigan a los padres que son, en realidad, los que importan. Y sin embargo, los niños sufren y pasan por vivencias difíciles que dejan huellas en sus corazones.

Padres divorciados, madres maltratadas, acoso escolar, cambio de planes educativos, crisis económica o paro, por nombrar algunas de las problemáticas actuales, son sufridas en primer lugar por los niños. Los niños pasan hambre, se sienten solos, no reciben ninguna clase de afecto, y son objeto de toda clase de violencia. Los menores sobre los cuales Jesús expresó el deseo de que estuvieran cerca de Él no tienen manera de protegerse y están indefensos frente a la situación actual.

Si tan solo, escucháramos las palabras de Jesús sobre ellos y advirtiéramos sus miradas de dolor, veríamos la necesidad que tienen de sentir el cuidado de Dios, su protección, y sobre todo su amor.

Sí. Los niños también necesitan de Dios

Su proyección e influencia es enorme

Esta influencia se da en dos áreas principalmente: física y espiritualmente. Física, porque cuantos más años anda una persona en los caminos de Dios, más amplia es su influencia, más lejos puede llegar. Un niño que se convierte a Dios tiene muchos más años por delante para vivirlos en obediencia a Él que un adulto.

Estoy completamente de acuerdo con aquel hombre de Dios que describió como dos personas y media a los dos niños y un adulto que pasaron al altar a recibir a Cristo en sus corazones.

Espiritualmente, la fe de los niños es además, sencilla, y sin restricciones. ¿Qué no se puede alcanzar con una fe tan grande como un grano de mostaza? Y no solo cuando sean adultos; es un gran impacto que tienen en sus familias, y en sus colegios. Lo que el Espíritu Santo hace en la vida de un niño mueve montañas.

Añadiendo además a estas dos grandes razones que a los niños de la iglesia no hay que salir a buscarlos a través de grandes estrategias de evangelismo y campañas: están ahí domingo a domingo. Presentemos al Cristo Salvador a los niños.

 

Imagen cortesía de Google +Nilma Boston Rio en Flickr (CC)
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