Existen distintos métodos para aplicar en la Escuela Dominical, pero no todos convienen. Entonces, ¿qué determina la elección de uno u otro método? El objetivo que se quiere alcanzar, las circunstancias y el propio maestro.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define método como “modo de decir o hacer con orden”, “modo de obrar o proceder, hábito o costumbre que cada uno tiene y observa” o “procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla”. Por tanto, para la Escuela Dominical, se podría definir como la manera en la que se decide enseñar, qué procedimientos se utilizan para transmitir la lección a los niños.
El objetivo dirige el método
Una vez escuché que el método es el anzuelo que se utiliza para pescar a un pez. Según el pez que se quiere pescar, se usa uno u otro anzuelo. A lo largo de los años, han surgido numerosos métodos; desde el franelógrafo o ayudas visuales hasta juegos u objetos. Algunos son más innovadores, otros más clásicos; algunos son más atrayentes, y otros menos atractivos. Y a veces se corre el peligro de escoger aquel que parece más chulo, más innovador en detrimento de los propios niños.
El método no debe de ser el centro, la clase no debe de girar alrededor de él. Pregúntate: ¿me ayuda en el cumplimiento de mi objetivo o solo distrae? Cuando salgan de aquí, ¿se van a acordar de la verdad que quería transmitir o tan solo de la ilustración o del juego que han hecho? ¿Refuerza la enseñanza o la dirige hacia otro lado? El método debe ser tu aliado no tu contrincante.
¿Qué es el centro de la enseñanza? ¿Cuál es el objetivo de la clase? Que los pequeños conozcan a Cristo. No que meramente se diviertan o que pasen un ratito agradable. Los tienes por tan solo un tiempo los domingos, tienes que pelear con el montón de horas que pasan en el colegio, bajo otras influencias. Aprovéchalo.
Las circunstancias limitan el método
Otro elemento a tener en cuenta cuando se está eligiendo el método a utilizar son los recursos. Hay métodos que requieren espacio y quizás el aula es pequeña; o se necesita más personal del que se dispone; o una tecnología o medios que no están al alcance de uno. O simplemente, está pensada para niños de otra edad o circunstancias. Todos estos factores son razones suficientes para descartar ciertos métodos y elegir otros. No se deben aplicar los métodos con un calzador. No cumplirán su objetivo y en el proceso, se perderá el interés de los niños.
Pero no hay que desesperarse, hay un método que se adapta a la situación y a los recursos que uno tiene. Existen muchos que no requieren muchos recursos económicos, ni grandes capacidades. Seguro que lo encontrarás; y recuerda que los niños y que conozcan más a Cristo es lo más importante, no realizar ciertas actividades.
El maestro decide el método
Y por último, el maestro tiene la última palabra en la elección del método a aplicar. He observado como personas ajenas al departamento de enseñanza a los niños presionan para elegir uno u otro método; pero ellos no conocen a los niños como los conoce el maestro. No están en disposición de opinar y no se les debe dar ese derecho. El maestro sabe qué entienden mejor, con qué método aprenden y cuáles les distrae o les desenfoca del objetivo.
Además, la personalidad del maestro no encaja con todos los métodos y si no se está cómodo, los niños lo perciben. Si el carácter del maestro no es “tipo gracioso” no encajará con un payaso; pero quizás sí con un vídeo ilustrativo. Si el maestro no tiene aptitudes artísticas, no podrá usar el dibujo como método; pero quizás es un manitas y es capaz de recrear una maqueta del objeto a estudiar. El buen maestro se conoce a sí mismo y escoge los métodos que mejor se adaptan a él sin perder de vista lo que los niños necesitan.
Aconsejo el siguiente libro que muestra distintos métodos para alcanzar y enseñar a los niños. Se titula: “La Reinvención de la Escuela Dominical” y su autor es Aaron Reynolds. En España está publicado por Editorial Vida: Miami, 2009.
Imagen cortesía de Ane Lagerqvist en Flickr