La gente está cansada de que la interrumpan y de que la intenten engañar. Va a su buzón y tiene que separar la publicidad de la correspondencia que quiere leer, está escuchando un programa de radio y se lo cortan para la publicidad, va por la calle y le paran para entregarle un folleto, y ya no digamos nada de la televisión, incluso la de pago.
Está tan cansada que, en muchos casos, los mensajes se «vuelven transparentes», cuando no odiados, y cada vez se les hace menos caso. Piensa, ¿cuantas veces has hecho «clic» en uno de los anuncios de tu muro en Facebook?
Por ello, para que la gente escuche tu mensaje primero tienes que conseguir que confíe en tí, y esto solo se consigue cuando los contenidos que tienes en tu web o en tu perfil responden a necesidades y dudas que ellos tienen y les aportan alguna solución.
Por ejemplo, si alguien acaba de quedarse sin trabajo y encuentra en tu sitio apoyo o guía sobre los pasos a dar y cómo enfrentar la situación es más probable que cuando en tu página comentes que, además de eso, puede encontrar consuelo y guia en Dios lo reciba mejor. De hecho, la propia iglesia primitiva tenía su cuerpo de diaconos para ayudar a suplir las necesidades físicas y emocionales de los más necesitados para, después, suplir las necesidades espirituales.
Por ello, escucha las necesidades de tu comunidad (física o virtual) y ayúdala con ellas, gánate su confianza y respeto con un buen trabajo y buenos contenidos y ellos acabarán escuchándote.
Por otra parte, es poco probable que alguien que visite la página por primera vez decida ir a tu congregación de forma inmediata. Lo habitual es que necesite visitar vuestra web varias veces para que se vaya generando esa confianza que haga que un día decida llamar o acercarse o suscribirse a vuestro boletín. Y lo único que hará que vuelva es saber que va a encontrar buenos contenidos y ver que se generan nuevos de forma regular.
En internet encontramos avatares, anonimato, etcétera, es cierto, es un mundo virtual, pero detras de esa virtualidad sigue habiendo personas que necesitan recibir el mensaje del evangelio, y si en el mundo «real» nos esforzamos en preparar estudios, predicaciones o meditaciones nuevas cada semana, el mundo virtual también necesita lo mismo: buenos mensajes que animen a la gente a volver a por más y a consagrar su vida a Cristo.
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Imagen por Reddy Aprianto en Flickr