Uno de los propósitos principales de la Escuela Dominical es que los niños conozcan a Cristo. Por tanto, no se debe perder de vista esta meta. En cada lección, con cada actividad, en cada conversación, en cada oración, el maestro debe preguntarse: ¿Refleja a Cristo como Salvador? ¿Han tenido los niños un encuentro personal con Jesús? Como maestro, ¿lo tienes en cuenta?

Habitualmente, la Escuela Dominical es el primer lugar donde los niños escuchan sobre Dios dentro de los muros de la iglesia. Es donde comienzan a relacionarse con Dios y la iglesia. Y como niños que aún no comprenden el pensamiento abstracto, se forman su imagen de Dios principalmente a través de los vínculos que ahí se establecen: con el maestro, con el resto de los niños, y con la Biblia.

Si están a gusto en la clase y se sienten bien, querrán conocer y saber más del Dios que le hablan ahí. Si, por el contrario, el ambiente es tenso, incómodo y nada amigable, extrapolarán ese sentimiento a Dios y no se sentirán atraídos por Él.

El tiempo de la Escuela Dominical no es para entretener o para retirar a los niños del “culto de verdad”; es para darles a conocer a Dios en una manera que ellos comprendan y disfruten. Tiene un papel fundamental en el crecimiento espiritual de los niños de la iglesia que asisten cada domingo.

A través de la persona del maestro, de las historias de la Biblia, de las distintas actividades, y del compañerismo, el niño conocerá al Dios que lo ama y que quiere salvarle.

Imagen por cortesía de PresidenciaRD en Flickr (CC)

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