Volverse crédulo con respecto a todo lo que se etiqueta como «cristiano» es uno de los mayores riesgos de los creyentes.

Después de descubrir a Dios, y recibir el mensaje del Evangelio, es normal que el creyente esté ávido de conocer todo lo que se pueda con respecto al cristianismo.

Y más con la facilidad que actualmente aporta Internet para poder acceder a una infinidad de contenidos.

Si a esto le sumamos el énfasis que algunos ponen en «no limitar» al Espíritu y en «no juzgar para no ser juzgados» tenemos el caldo de cultivo ideal para que medren las falsificaciones y corrupciones del Evangelio.

Ahora bien, ¿dice esto la Biblia?

Pues lo cierto es que no.

Limitando al Espíritu Santo

Es cierto que podemos limitar la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas cuando somos rebeldes a la voluntad de Dios o cuando dejamos de poner nuestra confianza en Dios.

Y sí, también es cierto que el apóstol Pablo nos indica que el «Espíritu se sujeta al profeta«.

Sin embargo, la mayoría de las acusaciones de «limitar la acción del Espíritu» no se basan en esto.

Se suele acusar a cristianos de limitar al Espíritu solo porque no siguen la forma particular que algunos tienen de entender el cristianismo.

Y cuando la Biblia habla de limitar al Espíritu Santo nunca se refiere a que no debemos poner en duda los planteamientos de otros y aceptarlos como si fueran la Palabra de Dios.

Y esto es, precisamente, lo que ocurre en la inmensa mayoría de los casos en los que se acusa a cristianos de esta «grave falta».

Algunas acusaciones erróneas de limitar al Espíritu

Limitar al Espíritu Santo con un horario. «Hay que dejar tiempo en las reuniones para el mover del Espíritu«.

Cierto que debe haber sensibilidad para detectar cuando Dios quiere hacer algo especial, pero muchas veces esta actitud solo esconde una falta de preparación de la reunión.

Porque con este tipo de declaraciones pareciera que el Espíritu Santo necesita ser atraído, como hacían los sacerdotes de Baal cuando pretendían hacer descender fuego del cielo.

Elías no tuvo que «atraer» a Dios para que le escuchase, ni tuvo que realizar grandes preparaciones. Dios ya estaba con él.

Además ¿de verdad creemos que el Espíritu Santo es el último en llegar a una reunión? El propio Jesús nos enseñó que «donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos» (Mateo 18:20).

La experiencia personal es más importante que la Escritura. «Puede que la Biblia no enseñe nada sobre una experiencia concreta, o incluso sí y no es favorable. Pero si dicha experiencia te hace sentir bien ¿cuál es el problema?»

Pues la Biblia es clara con respecto a esto. El profeta Jeremías (17:9) nos advierte que «engañoso es el corazón…».

Por otra parte, el propio Jesús nos recordó que «ni una tilde de la Ley pasará».

Y es que se nos llama cristianos porque seguimos a Cristo y a su Palabra, y no porque seguimos nuestras propias ocurrencias.

Rechazar las nuevas revelaciones. «Dios sigue hablando y sigue dando nuevas revelaciones a sus nuevos profetas y apóstoles«.

Lo curioso es que muchas de esas «nuevas revelaciones» van en contra de la revelación previa.

De hecho, el apóstol Pablo nos amonesta en la epístola a los Gálatas 1:8 que «si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea maldito«.

Y si ya es malo crearnos una religión a nuestra imagen, todavía es peor seguir la religión de otro.

Recordad lo que nos dice el profeta Jeremías 17:5 «Así dice el Señor: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del Señor se aparta su corazón«.

La verdadera limitación que hacemos al Espíritu Santo es cuando dejamos de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios expresada en su Palabra y cuando dejamos de tener una relación sana, directa y personal con Dios y nos dedicamos a buscar «profetas» que nos revelen la presunta voluntad de Dios.

Cuando Cristo murió el velo del Templo se rasgó, lo que nos muestra que ahora tenemos acceso directo a Dios y que una relación personal con Él no solo es posible, sino que es el mayor gozo y privilegio de cualquier cristiano y su objetivo principal.

No juzguéis para que no seáis juzgados

Esta suele ser otra acusación típica contra los que intentan vivir de acuerdo a la Palabra de Dios,

Y es curioso que estas palabras suelen estar en boca de las mismas personas que nos juzgan por «limitar al Espíritu».

Ahora bien, ¿es cierto que no debemos juzgar?

Pues aquí se plantea un dilema curioso, porque entonces que pasa con:

  • La orden de Dios al ser humano de «señorear sobre la creación».
  • Los jueces que Dios mismo estableció, empezando por Moisés, los setenta ancianos que le ayudaban, Gedeón, Sansón…
  • La advertencia del apóstol Pablo de que si hay litigios entre creyentes primero se han de juzgar entre creyentes.

Lo cierto es que el propio Jesús amonestó a los fariseos y los instó a juzgar con juicio justo.

Ahora bien, lo que hemos de juzgar no son a las personas. Jesús nos recuerda que será Dios mismo quien juzgará a cada ser humano.

Lo que estamos llamados a juzgar, y debemos juzgar, son los hechos de las personas.

Si alguien miente, la Biblia no me da autoridad a «expulsar a dicha persona del Cielo», pero sí me autoriza a reprender y condenar su conducta.

Del mismo modo, si alguien trae una doctrina errónea o falsa a la luz de las Escrituras podemos, y debemos, desautorizar dichas enseñanzas y rebatirlas con la luz de la Palabra.

El caso más evidente lo tenemos en el pasaje anterior del Apóstol Pablo de Gálatas 1:8.

Falsas Enseñanzas

Y es que la Biblia nos advierte que nuestro adversario va a intentar todo lo posible para apartarnos de nuestro camino de la fe, y nada mejor para ello que entregarnos un «mapa falso».

  • Mateo 24:24. «Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos«.
  • Mateo 7:15. «Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces«.
  • Apocalipsis 2:12-17. Dios reprende a la Iglesia de Pérgamo por tolerar la doctrina de Balaam y de los nicolaítas.

Por eso la Biblia nos exhorta a analizar todo lo que se «etiquete de cristiano» a la luz de la Biblia:

  • 1ª Epístola a los Corintios 16:13. «Estad alerta, permaneced firmes en la fe».
  • 1ª Epístola a los Tesalonicenses 5:21. «Examinadlo todo; retened lo bueno«.
  • Hechos 17:11. «...pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así«.

Y, además, tenemos la gran confianza de que Dios está guardándonos.

  • Lucas 15:3-7. Aquí encontramos la parábola de la oveja perdida y la certeza de que si queremos seguirle con sinceridad Él nos ayudará a recuperar el camino correcto.

Conclusión

Por eso, escuchemos la advertencia que el apóstol Pablo dirige a los Gálatas cuando les dice «!Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad…?» y «¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?» (Galatas 3:1, 3).

Así que andemos con cuidado y examinemos todo a la luz de la Escritura antes de aceptarlo. Dios no se va a enfadar por ello, sino todo lo contrario.

Y recuerda: «No todo el que me dice: «Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 7:21).

 

Imagen cortesía de Degan Walters en Flickr (CC)

Share This
A %d blogueros les gusta esto: